Hubo una que
Tenía la piel del color de los rayos de sol
Qué entran al zaguán a desfilar sobre baldosas
Esa que en una noche se hizo llamaradas;
Su voz era un farol de noche amurallada
Que daba vueltas sobre una pista de mármol
O bronce
Y era sonrisueña.
Hablaba del mundo como de un estanque bebido
Yo veía su mundo como un lago indefinido
Y su beso a ojos cerrados empezó en una sonrisa
Sonrisueña sonreía.
Con los ojos aún cerrados dejo de besarme
Y aún sonreía y no se esforzaba:
Esa curva de espacio desentrañado decía tanto
Qué no la olvide: Sonrisueña de nieve que vino
Cuál ave de lejano vuelo.
Hubo otra, una noche, que llegó trastocada
Con la lluvia y los rumores del viento efímero
(Céfiro)
Tenía más lunas que mi luna y era más sol que mis rayos
Cabalgaba sobre lirios y besos y desmayos
Y sobre mí, potro desenfrenado, arengaba
Sin temor.
Una noche lluviosa de varias lunas mayor
A ella Luna de jade llamé por su ardor
Y Luna de jade se quedó por furor
Y no olvide, verde y acabado, su color.
Otra hubo, antes que otras todas
(Una vida sola llevaba en mi yugo)
Qué era musa sobre musas y aún hoy
Excusa
Para yo ser
Yo.
Era como un jardín de lirios infantes,
De narcisos argénteos, de palmeras y elefantes.
Su cara como el verano,
Su cuerpo una primavera sobre el mar, y de ojos
La noche que vieron los poetas de atar
Locos: Darío, Vallejo y sus fuertes; de andar
Yo andaba entre sus dientes como un camino perlado
Y sostuve sus manos con un miedo profano
A profanar.
Y no la olvidaré
Fue ella la foto de la luna y la lluvia y océano,
Y se oía como remolinos de cristal
Su voz que susurraba segura
Mis dudas.
No la olvidé: y la llamé Aurora
No por su identidad, sino por la mía
Estando con ella: era mañana y noche
Era siempre su hora.
Para todas tuve
El mismo nombre, mi presentación,
Una identidad.
Ahora tengo para ellas otro nombre,
Pero es el mismo para una y otra:
Mucho gusto,
Olvidado.