Lo pasajero inevitable es;
Más si tuviera buena tierra,
Allí, yo te sembraría,
Y con las lágrimas de mis ojos
Feliz yo te regaría.
Lo banal es imprudente;
Pues abono no te faltaría,
Y aunque el sol se escondiese,
Calidez con mis manos te ofrecería.
Y al final tu florecer yo observaría.
Lo imposible decepcionante es;
Pues en mi jardín yo te tendría
Y cariño a mil te sobraría;
Por la belleza de tus hojas,
Pendiente de ti siempre estaría.
La tristeza inoportuna es;
Pues nada de eso tengo para ti,
Ni buena tierra, ni buen abono;
He aquí, flor marchita,
Aunque todo eso tuviese,
Con nada te reviviese.