Surgía la labor del día en espera fría
cuando tu voz se fundió en melodía
que me tendió un lazo de su vibración
para hacer resonar el vértigo de la vida.
Dos pétalos se asomaron a mi abismo
ofreciendo la luz divina de los sueños
engarzándose en mi alma enamorada
donde quedó prendida tu maravillosa sonrisa.
Sonrisa que le dio color a la existencia,
sabor a las fresas y sonoridad a la poesía
que se acomodó al diapasón del corazón
evocando la esencia divina que yo desconocía.