Ronda la idea enamorada,
de sutiles pensamientos.
Los caminos y senderos.
Salta los valles y ríos.
A nado cruza los mares.
Caminando se alimenta,
de los perfumes del aire.
Y al alcanzar su destino,
reposa en los manantiales.
En el interior se crea.
En las mentes más audaces.
Flota en el jugo del tiempo,
donde va abriendo camino.
A los necios atormenta.
Y a los sabios alimenta,
con su sabor libertino.
Crece si en la mente juega,
con los demás inquilinos.
Y va llenando las hojas,
con sus despiertos instintos.
No regatea en el tiempo,
que ocupa su sacrificio.
Vive soñando despierta,
buscando nuevos principios.
No presume de riquezas,
más deslumbra su vestido,
cuando llena las cabezas,
con verdades de platino.
No se inclina ante el poder,
si su cuerpo es cristalino.
Pero se deja comprar,
cuando busca el beneficio.
La idea vuela en silencio.
Como una pluma en el viento,
zarandeada sin motivo.
Bordada de sentimientos,
como un febril sentimiento,
acurrucado en su nido.
Loca o locuaz, misteriosa.
O sensata y armoniosa.
Sibilina o rencorosa.
Mofándose del incauto,
o enseñando al atrevido.
Sabiamente elaborada.
O ladinamente gestada,
para enriquecer bolsillos.
La idea viaja sin séquito.
Sola, vive en sus principios.
A.L.
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