Había una calle sin salida. Y en ella una novia embrujada. Y la calle era visitada siempre por una anciana. Cuando un joven la vé entrar por la calle, la persigue.
Y le pregunta el joven a la anciana:
-“¿Por qué usted siempre visita la calle y nunca sale de ella...?”-,
Entonces, la ancianita sigue su rumbo sin dirección. Cuando llega al final de la calle, siempre ella decía, -“Que la novia embrujada se pose siempre en mí”-, entonces la novia iba con su traje de novia siempre bien elaborado y bien puesto en ella. Cuando el joven la persigue y vé todo aquello que hizo la viejita en la calle sin salida.
Y le pregunta el joven, otra vez:
-“Oiga, viejita se está cerrando la calle, no me dejes solo aquí…”-,
Y la viejita le contesta:
-“No se cierra la calle sino que eres mi novio y con usted yo me casé…”-,
Y el joven le contesta:
-“Yo no me caso con una vieja, deje eso, vieja”-,
Y la anciana le dice:
-“No se casa... se casó desde hace tiempo…”,
Y el joven le contesta:
-“Yo no sé, pero, yo me voy de aquí…”-,
Y la anciana dice, otra vez:
-“Que la novia embrujada se pose siempre en mí”-,
Y el joven le dice:
-“Deja eso, vieja...”-,
Y la anciana le contesta:
-“Eso le pasa a usted por haberse casado con una bruja…”-.