Mañana me despertare volando
mirando el cansancio en el tendedero,
acusando a los ratones de homicidio,
abriendo cada ojo sin cuidado
dejando entrar sombras amatistas
sueños nefastos y tortuosas fabulas.
Pensando en el silencio de aquella hora,
o en la hora de aquel otro silencio,
con los ojos ya conversándose
me pondré los pies de aquella noche
y caminaré despacio sin despertarme.
Caminaré una nube
un pájaro
una gota de lluvia
un avión
un arco, un iris,
una ilusión perdida.
Hasta caer por llevar el pie incorrecto,
caigo, caigo, caí…
Mañana mismo despierto.