Quédose nuestra historia contenida.
Entre tus muros los abriles no mueren.
Tu casa, hecha de música y café
cada vez que me siente se enciende,
corre la cinta de los antiguos besos,
de los lejanos “te amo”.
¿Recuerdas?
¡Cuánto nos quisimos!
¡Cuánto prometimos!
¡Cuánto codiciamos!
La humedad pendida entre tus sábanas
me lleva al azul de aquellos años
de cuando el tiempo eran nuestro y
demasiado breve para estar mirándonos.
El efluvio de nuestra vida juntos
anida en tu cuarto, solivianta mi mente
llenando el piso de momentos,
de cuando hice de tu pecho mi fuerte,
y tú de mi niña tu mujer.
Poner un paso en tu umbral es tener
ganas de recordarnos efebos, amantes,
de sentirme suspendida haciendo el
verbo pretérito presente otra vez.
¡Qué cercanos se acarician esos días!
Sin embargo son sólo vestigios,
formas de un delirio en brea fosilizado.
Ternura vuelta eco.
Susurros de nuestro pasado.