Estás grabada en el fondo de mi mente
desde el momento en que se cruzaron nuestras miradas.
Una mirada capaz de hacer brillar la noche más apagada,
como las luciernagas que iluminan el prado yacente.
Me encantan esos lunares que embellecen tu blanca piel,
como costelaciones de estrellas adornan el firmamento.
No cambiaría por nada el roce de tus pechos de miel.
Con el feliz baile de tus caderas yo me deleito.
Me vuelven loco esos ojos rasgados,
marrones como el más puro chocolate,
El florecer de los pístilos de tus labios
en una primavera temprana y caliente.
Me gusta tu caracter cordial,
la personalidad que tu ser irradia.
Pero lo que más adoro es la maestría
con la que vistes tu manto de humildad.
Toda mi vida he estado buscado la felicidad
y ahora se que no es posible si tú no estás.