A veces me sorprendo corriendo hacia esa niña inocente que algún día fui, abrazándola, acariciándole los miedos, grabándole en los huesos que por muchos cuchillos afilados que le lancen nunca deje de ser quien quiere ser, que sea fuerte y será.
A veces me sorprendo dándole mi latido cuando se siente sola, susurrándole lo guapa que es hasta cuando llora, cuando odia todo en ella.
Siempre llevaré esa niña que me sale por las costuras, que me cose y me coge de la mano cuando camino al borde del abismo.