Dice Carl Sagan en su libro Cosmos
que el único lugar normal es el vacío,
la noche perpetua del espacio intergaláctico.
Un lugar tan extraño y desolado
que planetas, estrellas y galaxias
son algo dolorosamente raro y precioso.
Qué podrá representar entonces
en esa vastedad fría, universal,
este minúsculo poema
donde todas las palabras son prestadas
del mismo libro y autor,
porque yo, poeta presumido,
no tengo ni siquiera un léxico
para expresar clara y decorosamente
la terrible insignificancia de mis versos.