Había una vez un lobo que me quería comer,
y me lo dijo: - ¿Usted desea ser mía?
Yo roja de verguenza atiné a un saber
que la ocurrencia me dictaba, latía, latían
las palabras enredadas, y salieron a punto
aprovechando su mirada, llegó al asunto,
el lobo escuchaba, piquito a piquito y la llamarada.
le temo a sus dientes lobito del alma,
¿y si me enamoro ? ¡dónde dormiré mañana? El más arrogante señaló sus piernas,
el bosque lo sabe y la enredadera,
yo soy inocente a modo de juicio,
culpable el voraz , la luna y el vicio!!!!