SUBLIMIDAD.
Cuanta sublimidad,
su tersura facial,
sus caderas al caminar.
su pecho al respirar.
En el centro de su ego,
su ombligo por estigma
y sobre su vientre de fuego,
candente magma salina.
Su piel con aroma a sexo,
incita magnificado extasío
y entre suspiro y murmullo:
Ella me ofrenda lo suyo
y se goza con lo mío.
Fuego y deseos encendidos,
entre cóncavo y convexo,
se estremecen los sentidos
y los suspiros en el pecho.
Dichosas sus íntimas prendas,
con los aromas de su pasión,
dichoso también el corazón,
con su esencia en las venas.
Autor: Víctor A. Arana.
(VÍCTOR SANTA ROSA)
Octubre 13 del 2018.