Designio sin fin a que me entrego
en que me ames yo quisiera.
Mi amor por ti es enredadera
que al techo del silencio entretejo.
Ah, te quiero como el camino
polvoriento ansía tormenta,
cuando ferozmente lo quiebra
el ancho cuerpo del estío.
Ah... amor, mis ansias
día a noche mi paz desnudan.
Turbio de soledad soy bruma
ente la montaña de la vida.
¡Quiéreme aún en el desdén
que para mi tiene tu pecho!
No sea más que dulce anzuelo
la altivez que entregues.
Confuso es mi dolor sin dicha,
que día a día crece como el viento.
Dentro mio hay un cruel reloj
que, puntual y activo, me marchita.
No será esta pena siempre pena
que me vaya carcomiendo con sus garfios,
algún día quizás sea reflejo del paraíso
la inalterable luz de tu belleza.