Para que tú existieras
tuvo que recordar mi cuerpo
de dónde vino y quién era.
Tuve que fecundar en mí
un legado de madres,
hundir corazón y raíces
en humus ancestrales
y reinventar la vida
que fuimos a entregarte.
Y ahora que ya eres tú,
depositaria de herencias,
tierno eslabón en la cadena
a quien yo di la luz,
ahora eres tú quien alumbra,
dentro y fuera de ti,
promesas de presentes
e historias por venir.
Tal como existes ahora
ya puedes vivir sin mí,
garante de la memoria.