Ella era la cuerda roja
Con la boca de piel
Y sus ojos de amanecer
Susurro de un ayer.
Creyó y soñó muy lejos
Su corazón se revoco.
A ella alguien la odio
Por su insensata perfección.
Su dulce cara de traición
¡Gritos, dolor y pasión!
Culpable por la tentación
Ella no lo quiso traicionar.
Esperando por su castigo
Se segó por la verdad.
Ella pecados cometía
Ella adiós diría... Al día.
Nó soporto la vendimia.
Tomo sus vidas y las guardo.
Caminando en su destino,
Cayó en la agonía...
Sus pies solo la suicidaban,
Sus oídos solo la aterraban,
Su boca solo maldecía, todos
Esos insultos que se merecía.
Su voz salio cuando el sol explotó.
Ella era una simple esclava de la lujuria, encadenada a trampas de hierro, de pensamientos insensatos, pues ella no sentía amor ni gloria, solo lujuria apasionada, al acostarse con sus demonios.