Su diario vivido
es el mutis irreversible
de un pasado que no se puede olvidar,
una vez impreso su santo legado de mesías y maestro.
Una vida escrita con palabras sabias que se hicieron latidos
durante los días y días que fueron sumando siglos,
antes de la última página todavía no consumada
de nuestro futuro sino.
Ese pregón interino en la primicia de lo humilde
que escogió lo cotidiano en clave,
en el contrapunto
de un punto y aparte y el corazón en un puño.