Camino, llego a casa,
me lavo la cara,
como en un intento,
de quitarme la encima,
de tu abandono.
Paso la toalla por mi rostro,
seco mi piel,
enjuagando tu recuerdo.
Es inútil,
me miro al espejo,
aquí estás,
en el fondo de mis pupilas,
tatuada en mis retinas,
y me pregunto:
¿Cómo cambiar el rumbo?
Si eres la página,
destinataria, protagonista,
mi tinta.
Si tan sólo tu nombre,
se hubiera ido de mis dientes,
Si tan sólo,
No hubieras dicho “para siempre”.