En hastío vivo desde tu partida,
en mi corazón no existe ya el amor,
en mi sendero de luces ya no hay vida,
sólo mezcolanza de extrañeza y sinrazón.
Que siempre me envuelve al recordar los días,
en que existía en nosotros la atracción,
cuando éramos uno sólo al candor,
de una noche desbocada de furor.
Escuchando la gloriosa algarabía,
de ti, radiante reina del fulgor,
soñando que el destino nos unía,
por siempre, en un flechazo al corazón,
esperando ser bendecido en esta vida,
y no extrañando a mi más grande ilusión.