alupego (Ángel L. Pérez)

AUDACES...

 

Cada paso es un latido,
que a la meta se aproxima.
Y cada idea un suspiro,
del corazón que palpita.

El delfín salta en la mar,
burlando su acometida.
Y en cada salto prodiga,
su valiente majestad.

Arrojo de los audaces.
Que de nobleza dotados,
Generosamente entregan,
sin exigir nada a cambio.
Y su anónima existencia,
más mérito da a su bondad.

Temblores en la conciencia.
Cuando mirando a otro lado.
No ven como la existencia,
se va agotando a su paso.
Y en un febril carnaval,
de máscaras y caretas.
Se diluye la verdad,
entre las finas guedejas,
que va dejando el azar.

Entrecortado el suspiro.
Cuando nacen por olvido,
las trampas que nos atrapan.
Que del interior emanan,
como puntas de un espino.
Sobrecogido el aliento,
que se debate entre goces.
Estelas son de emoción,
que van tornando en temores.

En buena lid se defienden,
los valientes corazones.
Que de razones repletos,
van construyendo senderos,
jalonados de respeto.
Y la sutil sinrazón,
con alfileres prendida.
De las cinchas se libere,
en razón reconvertida.

Triste causa la del necio.
Que doblega a cualquier precio,
de su existir la razón
Regalados privilegios,
que falsa belleza dan,
aunque de riquezas lleno.
Del vacío de su interior,
se fabrican sus conceptos.

Surca la nave las aguas,
buscando un nuevo destino.
En sus bodegas viandas,
de los mejores cultivos.
En los mástiles las velas,
flotando hacia el infinito.
La esperanza en la cubierta,
de los rostros afligidos.
A.L.
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