Cada bosque tiene sus secretos:
El de mi niñez
jugaba con la flora de su maraña interior.
Festoneaban, entre lianas y epifitas,
las más hermosas orquídeas.
Convivían con el mango y la caoba
innúmeras palmeras.
Con el árbol del pan y con la teca,
el naranjo, el samán
y un solitario pino de Honduras.
Después conocí el mar.
Vi el verdor escondido entre sus olas
como una fronda líquida.
Vi los frutos maduros en sus peces,
y en su extensión,
una alfombra de líquenes y flores
cubriendo los secretos que tenía
la magia invulnerable de aquel bosque.