La verde estancia ,
y el patio orlado por la vieja parra
estéril y cavilante,
hecha de nudos y sisales
ásperos y rudos,
desaparecía,
y susurraba tímida
“Regreso a vos”…
Este pensamiento fugaz se ha convertido,
en vanas, vagas y aviesas suposiciones
en verdes colores
o en sumas de negros y blancos.
¿Me amarás en las siestas
como hace una década, ya lejana?
Mi rostro hundido en la blanca almohada,
hundido de recuerdos dolorosos y bellos
se munen de impaciencia,
se desfigura aún más,
en frutos dulces y salvajes…
pensando en vos.
Y en cuando llegue el instante soñado
en que soples mi palidez asombrada,
en tu boca y en tus manos…
Rostro hundido en los recuerdos
del vuelo audaz
de aquella golondrina airosa
de ese caluroso verano,
que nos unía en sólo Uno.
Tengo la sonrisa contenida
en suspiros,
y algo reflejada
en mis ojos sin sueño,
temblorosos,
extraviados , lentos y gastados…
Serás el preludio de mi Obra Inconclusa?
Penas, Soledad, ya Basta!
Éste grito aullante, me divide,
me golpea sin remedio y me traspasa.
El espacio tiñe sus campanas
de castillos del Medioevo,
altivas y resonantes.
Néctar, azul cielo,
tu celeste y olvidada
mirada.
Con la armadura de lo sabido,
pienso: si lo vil de lo terrestre ya olvidara,
fluiría el agua antigua y errante
como torrente suave y cristalino,
en el Sin sentido o la Esperanza
de éste, este mismo Mañana.
(Sólo faltan horas hasta que tu aliento,
derrumbe
mi viejo y casi oxidado Fortín ,
e imploten mis murallas,
y me encuentres,
desarmada).