Y junto con ella se fueron mi última esperanza en el amor; mi sonrisa petrificada; mi debilidad ante el sexo opuesto; mis ahorros de cariño; los vestigios de inocencia que se escondían en las grietas de este corazón vapuleado; una compatibilidad inimaginable, de precisión milimétrica; la capacidad de soñar despierto, mi escapatoria. Perdí un vuelo sin escalas a la gloria, con turbulencias pasajeras. Ahora sólo me resta volver a ser un peatón en el sendero pedregoso de las emociones, viendo con desdén al turista errático que alguna vez fui.
La entiendo, era demasiado compromiso salvar a quien no valía la pena.