Un abrazo apaga la tristeza de un día inesperado,
así como el calor de un beso al frío en la mirada.
Las gotas del rostro se disipan en el aire
ha gracia de la voluntad divina,
pues los anhelos hoy no acaban
y la sonrisa llegara de nuevo a ser pintada,
En el porvenir que va andando,
de pies pesados pero con pasos ligeros.
El viento de agosto susurra al corazón
deseos de seguir latiendo,
porque las llamas solo funden en el alma
el gozo de seguir viviendo.
Y aunque el ayer este en ceniza,
el mañana como fénix cobra vida,
por eso justamente nacen de la tierra
nuevos árboles primaverales,
la madera es el ejemplo claro
que después del fuego siempre hay vida.
Así entender que la llama del amor no deja herida en el deseo,
porque un sueño nunca está destinado a quemarse