Rampantes,
las letras
emergen con ligereza del interior.
Semejan un apocalipsis
creativo,
generador
de nuevos versos
y nuevos poemas.
De lo anterior,
no parece haber
memoria alguna.
Abundan las lágrimas
de gozo,
regocijo
y esperanza.
Y se extienden
por todos
los mares del corazón,
haciendo
todas las cosas nuevas…
Como océano
inmenso y profundo,
como fuego purificador
ha llegado,
por fin,
el amor…