Aunque se achique la vida,
y se encoja el pensamiento.
Seguiré en el interior,
buscando nuevos senderos.
Y al volver al exterior,
lo haré de proyectos lleno.
Volcando mis sentimientos,
en la esencia de mis versos.
Vericuetos en la mente.
Donde las ideas pululan,
como náufragos sin norte,
Girando cual torbellinos.
Como errantes caminantes,
perdidos en los caminos.
En busca de algún destino,
que de sentido a su vida.
Que su cuerpo reconforte.
Bebiendo de las raíces,
que en el interior se extienden.
Van buscando pertinaces,
brotando de la simiente.
Incansables succionando,
de la tierra sus nutrientes.
Para erguirse con orgullo,
de la tierra donde nacen.
Así su estructura crece,
dando a la vida su fruto.
Sin pedir, generosamente.
Aunque se achique la vida,
en los procelosos años.
Y se acerque la vendimia,
de sus mágicos regalos.
Seguiré cruzando océanos,
y las colinas doblando.
Aunque se pierda el suspiro,
que la vida se merece.
Las cumbres remontaré,
de los montes de los sueños.
Y en el valle de mis días,
sentiré que soy mi dueño.
Viven las luces cautivas,
cuando la penumbra nace.
Liberarlas es preciso,
para que su luz declare.
Necesario sacrificio.
Para que encuentre la vida,
un lugar donde instalarse.
La calma siempre precede,
a la agita tormenta.
Y en la orilla de los años,
los vientos van amainando.
Como reposan los niños,
en los brazos, acunados.
A.L.
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