¿Qué es, pues, el tiempo?
Si nadie me lo pregunta, lo sé;
pero si quiero explicárselo al
que me lo pregunta, no lo sé.
San Agustín de Hipona.
Eres tiempo, solo tiempo.
El blanco cabello de tus olas
así lo pregona.
Tu tiempo es seno de mi
compasión que ya cesa,
hace tiempo...
Cabalgas otros prados que
se otean más verdes,
Piafante la alegría tuya en
el rocío de la mañana,
mientras yo soportando la
ausencia cual cuesta de Sísifo.
Tu pasado, futuro y presente
son una rozagante quimera.
Refúgiate en la mentira de
un entonces valle de mieles
y hojuelas compartido a tu
lado.
Te pido la decencia de romper
el suelo que tocan tus suelas
hasta desfondarte en el peor
de los abismos, no soportaría
este castigo divino con este
pensar presidiendo mi mente.
Sabes de tu intacto pajar bajo
esta estancia de pasión que
habito, tu vuelta se oye música
celestial en los recovecos de mi
descreimiento, contarás siempre
con mi perdón, borrón y cuenta
nueva.
Consiento y asumo la fragilidad
de tu carne, y de la mía...
Vuelve a tu nido...
Tus pajarillos pían desolados
el maná que tu aura representa.
Tu aroma permanece prendando
las cortinas y la vajilla con la que
oso solazarme en este humilde
refectorio, a pan y agua.
Ven.