Estoy sentada.
Ya pasado el tiempo
y mis lágrimas,
dándole vuelta a mi ruta
y a la página.
Sentada
en la otra esquina del mundo,
a una distancia kilométrica
del nacimiento de mi pena.
Testaruda y persistente ante la idea
de conseguir mi libertad
de cualquier manera.
En un sitio donde soy desconocida
y no tengo que justificar nada.
En un lugar donde puedo ser yo misma,
sin temer por mis errores ser juzgada.