He engendrado termitas que van en el esperma de la eyaculación del verso místico,
y así van penetrando hasta el útero del alma fría,
hasta alcanzar las trompas de Falopio
de un espíritu condenado a muerte por codiciar una carne prohibida
que se va desgastando en el hilo del tiempo,
clavando así el final del método inverosímil de un fracaso
victorioso que no puede ser reciproco,
volviéndolo errante peregrino en la sabia de un beso sin labios
que se esfumo en la idea de una realidad inexistente, cual un espectáculo.