Contigo aprendí, que podemos atrapar un instante y darle la eternidad de un abrazo.
Aprendí a descubrirme en esa imperfección, que habita escondida en un mundo paralelo, como avergonzada de su realidad.
Como una mancha de café y tu primera cita; dos experiencias inquietantes, pero perfectas en sí mismas.
Como si un placebo, maquillamos cada rechazo, esperando ocultar para siempre la fragilidad de nuestros cuerpos.
Como una sonrisa que se multiplica en tu rostro, la arruga embellece porque aumenta la superfície de contacto, donde anidan carícias y besos.
(miguel puigcorbé)