Nohelia Menjivar

Una noche con una flor

Sientes vergüenza al destapar tu divinidad sedosa.
Con gran estupor miras mi cuerpo, mientras te beso tu piel clara, perfecta que nunca nadie ha tocado.
Te quedas enmudecida al sentir mi lengua en tu fruto, rozando mi rostro con tus delicadas manos.
Estimulando tu flor que humedece sus pétalos al acariciarla con mis dedos.
Subo los escalones que me lleva hasta tu templo, puro y virgen que se añeja al pasar el tiempo.
Sintiendo su frescura y tu fragancia de dolce y gabbana, que se manifiesta en la habitación.
Clamas que no me detenga.
Comienzas a sentir lo maravilloso que hacen dos seres al juntarse, haciendo tus suspiros un deleite para mi.
Expulsando la pócima del regocijo en tu esbelta figura.