Prometeme guardar el recato referido para los espectadores que deambulan insensibles.
O, si no lo prefieres, que sean tus besos penitencia y valga la pena por perder la decencia.
Recuerda aquel poema que porfiaba al amor tan insolente, tan apasionante y embriagador.
Solo tu pudiste vencer al corazón que te canta y el alma que te escribió esta canción.
Así que contempla el deshielo de un amante que rendirse no deseaba, este de talante a antigua usanza endurecido por desamores de una juventud de esperanza convertida en rencores.