Mis ojos la tomaron por la cintura,
pálida como ya es característico,
al voltearse me compuso partitura,
sonriente tendencia de tono artístico.
Perderse entre la carne y lo prohibido,
la mano de lo no entendido,
quizá no lo había conjugado,
quizá nunca lo había jurado.
Entre su pelo hallar domingo,
el misterio a la vuelta de la esquina,
la madrugada y sus piernas conmigo,
una llamada, la silueta muy fina.
La brevedad de la situación,
de su mirada, la corta inspiración,
acercarme no habría dudado,
ojala, me hubiese abrazado.