Linda, usted,
toda usted.
Quise atrapar su mirada
de extraordinario resplandor
allí en el ánden,
y no le alcancé,
no es que usted rehuyera,
sino que yo le era extraño.
Sin embargo,
20 años después,
me detuvo en la calle,
¡cuál fue mi sorpresa!,
por su piel no había pasado el tiempo.
Con voz en sordina,
fue relatando la tragedia de su vida,
había sido secuestrada por un comando de la policía secreta,
llevada a uno de los cuarteles de torturas y violación,
para posterior asesinato y desaparición,
usted detalló:
-estos desgraciados me mataron
cuando tan sólo tenía 20 años,
-no era mi nombre se los dije,
me tenían por militante del movimiento de izquierda revolucionaria,
-les pedí que no me mataran,
que se aclararía; pero,
en las afueras de Santiago,
en un despoblado me soltaron,
me pidieron que arrancara,
corrí
y me dispararon por la espalda,
luego me subieron a un helicóptero,
me ciñeron un cinturón con plomo
y me lanzaron a la mar.
Me habían quitado todo menos el alma.
Usted agregó:
estoy viva entre muertos,
y puedo dirigirme a ti
porque tu eres un muerto viviente.
No volví a encontrarla,
aunque recuerdo que algo le pude decir:
Alienígenas armados te atormentaron
cuando comenzabas a respirar,
ignorantes, imbéciles, autómatas,
entrenados para dañar,
qué sabrán sus familias como son ellos.
Y usted más linda que un sol.
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LOS ELEFANTES OLVIDARON SUEÑOS Y MUERTE
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