Ha vuelto la luz a torturar mi existencia,
a recorrer desnuda esas calles solitarias
llenas de pasos quebrantados por el olvido.
Los ojos se han abierto
a la esperanza de encontrar las olas
que hicieron mover la barca,
a ese puerto que estaba escondido por los años.
Donde nace el silencio
se encuentran las almas desesperadas
de escuchar palabras en el eco de los recuerdos.
Los párpados estaban cansados
de mirar el corazón que solamente latía
por la rutina de una noche que seguía esperando.
Todo había quedado dormido,
hasta los árboles se olvidaron
de alimentar el canto de los pájaros.
De repente el tiempo se despierta,
abriendo las manos llenas de miradas
que no estaban dispuestas a levantarse
porque las piernas estaban entumecidas
por el dolor de la ausencia.
La voz, la luz, apareció nuevamente,
empujada por las olas de las dudas,
queriendo limpiar la conciencia
o teniendo conciencia de torturar la existencia.
No se la razón, pero ha vuelto esa luz
y ha despertado al alma adormecida de silencios,
ha vuelto la voz a pronunciar la palabra
contenida por el llanto de la noche.
Ha vuelto la luz a brillar
en la distancia de los besos,
nuevamente ha vuelto a causar el llanto
ahogado del destino,
y ha movido las piezas del alma
de los ojos cerrados por la ausencia.
Ha vuelto la luz a inquietar la paz de la rutina,
a robar la calma de la risa de la luna,
ha vuelto la luz a congelar el tiempo del pasado,
¡Bendita luz… siempre estuvo aquí!