Ella se puso la máscara de la felicidad,
la cual es mágica
y no comprende la debilidad.
Ella ríe cuando la miran,
se hace pasar inadvertida
y le gusta saber que todos la admiran.
Pero al llegar a casa
se quita la máscara
y ya no es la misma.
Se ha puesto triste,
tiene el alma rota
y una herida que aún existe.
Ella presencia a diario la soledad,
la vida la ha golpeado fuerte
y solo vive de falsedad.
Ella cansada se recuesta,
y sus lágrimas caen
por tanto dolor que detesta.
Todos la creen feliz,
pero en su corazón lleva
la más grande cicatriz.