Había una vez un fantasma y un vampiro sentados a la orilla del mar. Los dos se conocen muy bien. Los dos se encuentran cada uno en sus faenas. El fantasma asustando a la gente y el otro succionando sangre a todo lo que dá. Cuando se reencuentran el fantasma le dice al vampiro:
-“Oye, yo estoy muy cansado de asustar a la gente, yá la gente me conoce…”-,
Y el vampiro le dice:
-“Oye, yo también estoy cansado de succionar sangre…”-,
Y el fantasma indaga:
-“¿Por qué no cambiamos de lo que somos, yo seré un vampiro y tú un fantasma, ¿qué crees?…”-,
Y el vampiro le dice:
-“Ay, no, ser como un fantasma por ahí sin destino, pero, lo intentaré…”-,
Los dos caminan en sus respectivos caminos. Entonces, el vampiro asusta a la gente y se ríe, él, más que la propia gente. Y el fantasma vá y vá y vá a… succionar sangre y no sabe como. pero él dice que lo intentará…Y le dice a su primera víctima:
-“¿Cómo está usted…?”-,
Y el fantasma que era vampiro ahora la toma en sus brazos y la quiere morder.
Y la víctima le dice:
-“Sí, ámame más y más y más…”-,
Y el fantasma le dice:
-“Ah, ahora sí, cuando te asustaba no me querías…”-.