He cruzado por el bosque.
Ha pasado mucho tiempo, tal vez años, no lo sé. Desde entonces, ha llovido bastante, mucha nieve se ha dejado caer desde ese cielo, cuando tú robaste un astro para colgármelo en el pecho.
He cruzado por el bosque. Son los árboles los mismos, pero las flores han cambiado; tanto corren los ríos que al final van al olvido, como van a su vacío tantas lúgubres hazañas a la vera del camino.
Hoy ya tú no me recuerdas. Ni supone aquella mano que una vez me dio aquel astro. Tu rostro ha cambiado. No es tu rostro el de esa noche, el de aquella noche ardiente de tus labios en el bosque.
He de irme porque incluso hoy ni el viento me recuerda. Ni de mí se acuerda el ave que una vez osó cantarme. Se asemeja a tu silencio todo aquello que en mi vida se mezcló con tu recuerdo.
Ha pasado mucho tiempo, tal vez años, no lo sé. Desde entonces, la lluvia está en mi pecho como la nieve está en el tuyo: estaciones en dos almas que de nada fueron todo y del todo fueron nada.
A Claudia Jara.