50 caricias en cada linde de tus castos belfos.
50 florecientes soplos de vida.
50 besos en el lóbulo de tu oreja.
50 suspiros antes de condenar mi propia existencia a depender de tu inquirir.
50 finos oteos desdoblados en tu envoltura menuda, ligera pero afilada entre mis palmas derrochando afán y plasma del abolengo que vierto a tus pies en anuncio de mi perpetuo encono hacia su ser.
Paulina Dix