Lo que siento por tí
es un acertijo,
el rompecabezas
más complejo que hayas visto.
Y cada una de las piezas no encajan,
así que no intentes
voltearlas o arreglarlas,
aún no tienen sentido.
Coloqué todas mis piezas
en un tablero de ajedrez,
y aún así bien puestas,
mi reina siempre cae ante tu rey.
Ya no sé qué más jugar contigo,
si al póker o el blackjack,
pues has leído todas mis cartas
como si tuviera un espejo por detrás.
Y luego jugamos a las miradas,
el juego de la observación.
Me descubres, me descifras,
como si fuera misterio tuyo,
y vas revelando
cada uno de mis trucos,
cuales ni a un verdadero mago
pudieran engañar,
pues el coqueteo no es lo mío,
yo no sé enamorar.
Pero me enamoré de tí,
como Judas se enamoró de la traición,
como la luna se enamora del sol,
en medio de un eclipse
que me impide llegar a tí.
Y lo sabes,
y lo sé.
Y lo único que me hace falta
es el fino toque de tu piel,
tu fuerte aroma que me hace enloquecer,
tus perlas sonrientes,
con las que conquistas a cualquier mujer.
Tú eres mi carta bajo la manga,
mi puzzle, mi juego de ajedrez,
mi preciado toque intocable,
lo más que quiero
y lo menos que puedo tener.