Jamás había visto un árbol tan magnifico, tan inmenso.
El solo verlo, de lejos, me movió a acelerar mis pasos rumbo a él.
A la distancia brotó dentro de mí un sentimiento de admiración sobre todo porque sus alargadas hojas, que a esa hora tan vespertina se presentaban de un color verde amarillento, dejaban pasar los rayos confundidos del sol, en su ocaso, con la brillantez de la luna presta a vigilar el mundo. Por un momento me pareció que dicho gigante perenne solo estaba a la espera de que la noche se mostrara con toda su majestad sombría, como preámbulo a que el azul del cielo, al amanecer, se presentara nuevamente como es . . . en toda su grandeza.
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
Municipio de Manlio Fabio Altamirano, “Purga”, Estado de Veracruz-Llave, México, a 24 de septiembre del 2005.
Dedicado a la Lic. Gloria Rafaeli Becerra (QEPD)
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