Alek Hine

MUDANZA

(soneto hexámetro dactílico antoniano)

Mueven sus grávidos cuerpos, túrgidos nimbos acuosos,
lóbregas nubes espesas, nuncios de rayos y truenos;
contra la luz se rebelan, como en total connivencia
unen sus fuerzas, se apiñan, dejan al Sol eclipsado.

Bruna se mira la tarde, húmedo y hosco el paisaje,
áspero y tétrico el cielo —muy semejante a la noche
pero sin lucios diamantes—, bóveda gris sin estrellas.
(Cierto pavor me recuerdan, prístino asombro de niño.)

Cae la lluvia, derrama lágrimas frías el éter
—cada minúscula gota lleva tristezas mundanas—;
pierden su forma, colapsan sobre las sólidas rocas;

tocan la greda, se infiltran, entran por todo resquicio,
mojan el árido suelo —paño absorbente es la tierra—;
mientras los ojos se limpian, nace un espléndido iris.