Vos tenes la culpa, pensé que era yo. Luego de doscientas noches consultando a la almohada, al whisky y al vino me enteré de que eras vos la de culpa, por tener esos ojos negros, esa boca de almíbar que no inspiran más que deseo... Sos la culpable por ese pelo castaño oscuro, ese cuerpo de fuego, esos muslos como de mármol... Sos la culpable de que mi mente de vueltas en imágenes repetidas de lo pasado... Sos la culpable ya lo sé... Sos la culpable por ser vos entera quien inspira ganas de arrancarte la ropa y cansarse juntos en la noche, mezclar sudor en la cama, en el sofá, en el baño... Y de prepararte un café en la mañana.