Llévate mis palabras,
sécalas al sol,
abraza mi lenguaje
descífralo con suavidad.
Recibe mi código roto,
a cada letra muda
tómala de los labios
respírala,
transítala
oblígala
imagínala,
dale voz ausente de miedo,
exprímela
hasta que expire la lengua.
Susúrralas a los bosques
canta a las a aves dormidas,
amanece al hombre despierto,
plántalas en los rincones tristes,
llévalas de picnic a la luna,
háblales si tu alma tiene frio,
míralas despacio y observa
como se diluyen en tus ojos,
convirtiéndose en espectros
de mis deseos hilarantes,
míralas despacio,
quizá me escondo detrás,
de una o de todas,
esperando momento inexacto,
sin acercarme
con un verso bajo el brazo,
con el corazón empapado de ti.
Arráncalas.
Las estás arrancando.
Muérdelas,
una a una
espárcelas por tu mundo,
si ves que no germinan,
acúsame de traidor a la vida
de traidor a los sueños,
de crímenes de lesa humanidad,
exíliame de todas partes
diles a todos de mi farsa.
Si germina una,
se hará grande,
cuando hable,
te hará preguntas
te dará respuestas
dirá buenas noches,
aprenderá tu idioma,
será palabra renacida,
te dará las gracias
y saldrá volando.
Idas mis palabras,
me quedo con mi carne,
con tu ausencia
nunca ausente
por tu efigie indeleble.
Me quedo
sin palabras,
con razones,
y de sobra.
Para correr
tras la receptora.