Antonio Encinas Carranza

Morir cada día

Cada día se muere lentamente.
Hay que vivir olvidando.
Porque la mente vive recordando.
Mientras se agota el tiempo irremediablemente.

Cada hora pasa … pausadamente.
Es imposible detener el tiempo con la mente. 
No se debe revivir a los fantasmas del pasado.
Deja pasar el viento y pasar el tiempo.

Más no es recomendable así vivir
Hay que olvidar para existir.
La mente la recuerda y si no la encuentra. 
La historia sufre por sus aires de ególatra.

Llora el viento y llora el tiempo.
En un incontenible y amargo llanto,
Pena, pesar, congoja y desconsuelo
Por el dulce amor que se tornó lejano.

El corazón, la mente y el alma
Lloran desamparadas al saber que ya no está.
Se siente en el aire la ausencia.
Las penas mueren cada día.

Hay desconsuelo desbordante de tristezas.
En los días de tormentas internas.
Y de noches de agonías externas.
Son vidas lentas y energías abatidas.

Es el recuerdo que invaden las horas
Es la memoria que se resiste a morir
Solo quedan las esperanzas truncas
El corazón se resiste a sucumbir.

Autor: Antonio Encinas Carranza

De: Lima, Perú.
Derechos reservados.