Patricia Aznar Laffont

PIENSA, POETA...

Que aquel cristal rasgado

 no es más frágil

que una mística rosa

que devana sigilosa

 sus pétalos

en tu viejo albergue.

 

Tus pasos vacilantes

y errantes

por el inmenso Mundo,

son el tenue  y voraz aroma

que se anida, sensible

en cada alegría

o desdicha

que con tus versos

provocas.

 

No cubras tu Sol,

 aunque fuera de tu Ser

tus  temibles Sombras

te acechen.

 

Las vendas de  suciedad  grises

acosan tu Fortín,

(aunque lo hayas blindado).

 

Ya es tarde,

en esta tarde somnolienta

del octubre que se muere

pero espero

 la llamada de un amigo.

 

Hay un orden secreto

que se entreteje letárgico

y trágico,

 

en el gobierno del Planeta,

y en tus sueños y vigilias.

 

Mis ojos  ya te divisan.

 

Y sin excusas  entreveo

la primera metáfora

de aquel arroyo y 

aquel tumultuoso río,

donde desnudas y enjuagas

tu alma con perdones,

 

y almíbares tan dulces,

que no cantan adioses

 con premura

ni siquiera se hacen en

 el anverso de la Nada.

 

La negrura de la rosa

que no deshechas

ya se desborda

de luces cenicientas

en este nuevo ocaso

que  se desborda…

 

(pero no hay huella alguna

de su Sombra).