10 y 9 pm, la nevera está vacía y nuestros ojos llenos de deseos, envueltos en el hambre, ruegan por algo de comer.
10 y 10 pm, mamá no ha llegado, y papá desde hace años nunca llegó.
10 y 11 pm, “fueron 2 disparos”-dicen los vecinos-, “uno menos” -añade el patrón-, “ay, el era tan bueno” -llora la madre del difunto-.
10 y 12 pm, la novela comenzó, más drogas, más muertos, menos vida, dentro de la casa.
10 y 13 pm, interrupción momentánea, se dice en la tele, que habrá un discurso presidencial, a lo que abuela responde inteligentemente: “ha de ser del ijuepueta presidente”.
10 y 14 pm, mi tío se alista para ir al trabajo, carga el revolver, se pinta la nariz de blanco y como siempre, se persigna antes salir, al parecer Dios lo ayudará a conseguir a “el marrano” que ayude y aporte pa’ la comida.
10 y 15 pm, no paro de ver el reloj, y bueno, tan caprichoso es el vergajo, que deja de andar cuando quiere, según el por las baterías.
10 y 16 pm, la punta del lápiz flojea, de tanto en tanto se puede partir, tan mal escribiré ?- me pregunto-, como que hasta con lo que escribo se quiere suicidar.
10 y 17 pm, llegó mamá, abuela y yo fuimos corriendo a abrirle, antes de un “como te fue?” se nos salió el tan ansiado “qué trajiste?” el cual vino con la habitual respuesta: “hambre y cansancio mijo” de mi querida madre.
10 y 18 pm, tocará dormirse, o convencer a los más pequeños a que jueguen a “aguante que es usted hombre” bueno, esto para intentar disipar las lágrimas y el sufrimiento.
10 y 19 pm, la vecina apagó el foco y ya no entra nada de luz a la habitación.
10 y 20 pm, por hoy, me despido, y les pido, que: 1. No sean “el marrano”, 2. Aprovechen la comida, que no los alcance el hambre y 3. Sí ven a papá, díganle que lo quiero y que sí se le olvidó el camino, que por lo menos no se le olvide caminar, hacia nosotros, los pequeños “sin piernas” que no han dejado de quererlo jamás.