alupego (Ángel L. Pérez)

COMO COBAYAS

 

No camina el caracol,
sin conocer su destino.
Ni la tortuga al andar,
va borrando su camino.
Su refugio es su coraza,
para evitar la amenaza.
Y su andadura es vivir,
sin prisa pero sin pausa.
Buscando un lugar seguro,
donde fabricar su nido.

Zarpazos de realidad.
Que zarandean sin piedad,
a los seres que transitan,
en la irrealidad sumidos.
Sacudidas de dolor,
en sus flancos vulnerables.
Con imperdibles prendidos,
en sus cimientos de alambre.
Como guirnaldas de olores,
colgadas en un ciclón.

Fracasos que se consuelan,
con simulacros de gozo.
Nadando entre los adornos,
para ocultar el dolor.
Lisonjas y parabienes,
con sabores de emoción.
Pero detrás del telón,
solo existe la tramoya,
que interpreta la función.
Floreros en el salón.
Presos en su condición,
de sumisos triunfadores.

Vive el Hombre del montón,
luciendo sus galardones.
En el aire las medallas,
de hojadelata y de latón.
Que cuelgan sin ton ni son,
de algunos pechos de lata.
Son sonoros los clarines,
que anuncian a malandrines,
con maneras de león.

Viviendo en la nebulosa,
de prebendas y de honores.
Se va escribiendo la Historia,
como la escribía Herodes.
Hacinados los demás,
como cajas de madera,
caídas sin ordenar.
Así, los que saben más,
en el subsuelo se quedan,
respirando sus olores.

O despertamos del sueño,
perdidos entre los vapores.
O seremos las cobayas,
de poderosos señores.
A.L.
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