Esa mujer
que cuando viste de negro
es tormenta y refresca, con sus humedades,
de raíz a cresta, el universo de todas las cosechas.
Por las noches en manto de obsidiana,
apaga el sol entornando la mirada
y nos regala su luz, sin fin multiplicada,
estrellada en siderales fuegos de artificio…
Esa mujer
que teñida de rojo
es un hechizo de vaporosos vuelos,
y va embrujando corazones sin remedio ni conjuro.
Por las noches cubierta en granate
es el fuego que nos convoca el alma,
es la flama que nos acerca el horizonte,
es la hoguera que nos recibe en casa...
Esa mujer
que cuando se pinta de aurora
es el campo más extenso en mi bandera,
heráldica señal de fortaleza.
Por la noche recubierta en ámbar
la busco cual pendón, asida a mi estandarte,
colmándome de paz cualquier urgencia
y llenando de pasión cualquier letargo…
Esa mujer,
que engastada en oro
es girasol y cuando gira,
hace rodar el mundo entero.
Por las noches en baño de plata
la sueño un “Giraluna”,
que cuando torna en pos de mi reflejo,
hace girar el universo…
Esa mujer,
que pintada de verde
es selva y contagia primaveras,
que florecen en casi cualquier paraje.
Por la noche revestida de esmeralda
la imagino mis praderas,
que cuando se siembran en mis ojos,
reverdecen los desiertos.
Esa mujer
que cuando viste de cielo
es un pleonasmo y se repite al infinito,
en celestes lienzos libres de cualquier borrasca.
Por las noches arropada de zafiro
es laguna en calma y en mis sueños
reverbera en miles de espejismos
y se adueña de todos mis confines…
Esa mujer
que cuando se tiñe de azul
es el mar y en sus corrientes
arrastra sueños y atesora alegrías.
Por las noches cubierta de turquesa,
la presiento en marejadas de océano,
rompiendo en espuma
contra todas las playas de mi continente…
Esa mujer
que cuando va envuelta en tonos de lavanda
es una llanura perfumada
sosegada y salpicada de nostalgias.
Por la noche, en cristales de amatista,
es el delirio que me devuelve a la infancia,
a ese altiplano en custodia de volcanes, a ese lago en el ombligo de la luna,
y vuelve a ser la paz y la alegría en todas mis memorias…
Esa mujer
que cuando se cubre de blanco
es el deshielo y con la pureza del glaciar eterno,
baja curando epidemias de invierno.
Por la noche vestida de alabastro,
la deseo escurriendo entre mis brazos,
vaporizándose en mis brasas, subiendo,
criando nebulosas, pariendo estrellas, estallando en universos.
La misma
que cuando viste tan solo su piel
es el amor, esa mujer…