\"Mi ojos te adoran, en calmada quietud, porqué la distancia es el recuerdo que me tiene atado a cada parte de tu todo.
Mis manos detuvieron el correr del tiempo; ese agente escurridizo que aminora tu latir.
Aprendieron a sostener en su palma, cada encuentro, con la firmeza de un compromiso que no puede herir.
Pues se saben compasivas, extirpando el perdón acumulado en los recodos de una mente errante.
En busca de tu conocimiento, ese manto protector.
Cuando me descubro vacío, porque eres mi alimento, la tierra firme que me sostiene.
Ya no más el ser necesitado, perdidamente platónico, de un desmayo de abandono.
Siento que puedo abrazar el mundo, porqué tiene la dimensión de tu cuerpo.\"
(miguel puigcorbé)