Detrás de la ventana de roble enmudecido
Detrás de los límites hipócritas
con que colinda mi cordura
Y envuelta en los ocasos de cada día
sin tus labios
reaparece en mis nieblas
tu silueta taciturna.
Al filo de mi nostalgia
no pereces nunca
ni descansan tus risorios
a mis ojos
Cada objeto mútuo que vislumbro
me extirpa
tu ausencia en mi oxígeno
Y se desdobla en los momentos
en que reesculpo mi memoria
En que te huelo y te palpo
te envuelvo y te enciendo
y me hiere la brisa esporádica
en que no te encuentro
y que difumina tu olor y tus espasmos
y me clava en las noches
en que no bebemos ya
el último vino y la última cerveza
que degustamos juntas
sin vislumbrar entonces
mi obligada estampida
mis nueces de espanto
mis veredas inclaudicables
y mi obsoleto discurso de
Padre Nuestro
fiel al desencuentro agendado
por caducados duendes
y dioses de invierno.
Detrás de cada madrugada
en que te sigo inventando en silencio
Detrás de cada charco
que deja la lluvia en tormenta
yo te dibujo
sin un ápice de falsa disciplina
y te esculpo
sin una pizca de timidez indecente.